No nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos. Galatas 6:9
La realidad de nuestro mundo ha hecho que el amor se enfríe, que hayan menos personas que quieran hacer el bien por temor a lo que pudiera ocurrirles si ayudan a otro en dificultades.
En mi país actualmente tenemos problemas para comprar muchos productos, entre ellos champú y cosas de higiene personal por lo que la gente hace largas filas de 3 o 4 horas para comprarlos donde los consigue. Una señora, luego de comprar venía con dos pesadas bolsas, casi imposibles de cargar y su bebé de 2 años dormido en el otro brazo.
Le ofrecí mi ayuda para llevarle las bolsas y la señora no quería soltar las bolsas por temor a que se las fuera a robar. Al fin las soltó pero iba muy nerviosa a mi lado, yo traté de mantenerme tan cerca de ella como pude para que no desconfiara. Caminamos todo el estacionamiento hasta llegar a su auto al cruzar la calle. Al yo poner las bolsas en su auto, ella me dijo: -"Disculpe señora, de verdad, discúlpeme", yo... discúlpeme ¿Sí?- y estaba como apenada conmigo, -"Es que este mundo está loco"-, me dijo Hasta ese momento no me había fijado lo preocupada que estaba ella por lo que podría haber pasado con su compra de 4 horas de espera.
Cosas como esta hacen que el mundo se enfríe, que la gente ya no quiera ayudar por temor a ser rechazado, por la maldad que hay en que tal vez otros sí se llevarían la bolsa sin importar el esfuerzo, el dolor del que compró las cosas.
Pero no te canses de hacer el bien. Busca la manera de dar una mano amiga al que la necesita. Nunca sabes que gran ayuda puedes estar dando aunque te parezca pequeña. Todo lo que hagas será una siembra, siembra el bien, no con el ánimo de cosechar sino con el ánimo de ayudar y formarás parte del equipo de bendición de Dios. Por Mery Bracho.